jueves, 15 de agosto de 2013

La mujer de arena (Suna no onna, Hiroshi Teshigahara, 1964)




















La mujer de arena
(Suna no onna, Hiroshi Teshigahara, 1964)

Puntuación: 9 sobre 10

Puede parecernos una locura vivir en una casa que va siendo devorada por la arena del desierto, hundiéndola cada vez más en sus entrañas. Nos puede parecer inaudito que una mujer viva sola en ella y dedique la mayor parte de su tiempo a cavar para desenterrar una casa que no para de enterrarse. Pero al fin y al cabo, no es más que lo que hacemos cada uno de nosotros en nuestros trabajos: entregarle nuestra vida, desenterrarnos cada día del tiempo que nos entierra. El concepto de esta película tiene mucho del imaginario de la cultura japonesa que poseemos en occidente: estoicismo, autodominio, serenidad y felicidad. Recuerdo vagamente un cuento japonés en el que un hombre consiguió cambiar una gran montaña de lugar, cavando cada día un poco muy pacientemente. Esta idea también aparece en la película Offret de Andrei Tarkovsky, en la que el periodista Alexander (Erland Josephson) opina que si cada día realizas la misma tarea a la misma hora sin traicionar jamás esa rutina, por insignificante que sea lo que hagas, debe ser suficiente para cambiar el mundo.

Para empezar, la protagonista de la película, la mujer de arena, aparece como engatusadora, celestinesca, ya que obliga forzosamente a quedarse con ella y desenterrar la casa a un profesor de Tokio que se encontraba en el desierto buscando insectos por su afición de coleccionista. Este concepto, por otra parte, posee reminiscencias bíblicas: “Por haber hecho caso a tu mujer, […] maldita sea la tierra por tu culpa.” (Génesis III: 17) Y si cabe barrocas, en tanto la casa como tumba por tres motivos: En primer lugar, para el entomólogo la casa es ciertamente un sepulcro, porque él no considera vivir el estar dentro de esa vivienda en la que la arena no para de sepultarlos, es un morir dans la vie, e incluso muestra una tentativa de suicidio. En segundo lugar, la vivienda es igual que una tumba, pues se encuentra en un agujero en la tierra y se va soterrando. Y por último, la arena simboliza el tiempo y la muerte, en concomitancia con los preciosos relojes de arena, ésta va cayendo a la parte de abajo significando el tiempo que pasa.

Por tanto, la mujer de arena sitúa la supervivencia por encima de la moralidad. Pero esta mujer que atrapa, que quiere quitarle la libertad al hombre, al mismo tiempo inspira ternura y piedad, lo cual a su vez conduce a la reflexión de la relación hombre-mujer, recordando al prototipo de fémina que chantajea emocionalmente al compañero para que éste se quede con ella, a sabiendas de que no la ama. Pero esta dialéctica entre amo y esclavo muestra toda una jerarquía completa de poder que además va acompañada por el zoom de la cámara: el insecto es cazado por el aficionado a este tipo de coleccionismo en el nivel más bajo, en un segundo nivel él es atrapado por la mujer viuda, luego ambos están dominados por los vecinos y, en el último nivel, todos son víctimas del desierto.

Pero la mujer de arena es feliz allí. Lo que para el entomólogo y para muchos de nosotros puede resultar espantoso, para otros puede ser una fuente de placer y bienestar, planteamiento fructífero para crisis varias, sin pretensiones de ahondar en política. Sin embargo, la actitud de la mujer de arena deja de ser saludable en el momento en que no soporta la idea de vivir fuera de su casa. Solo ve la felicidad allí y no cree que pueda encontrar nada interesante fuera de su hogar, al igual que revelan estos versos del poema “The Sun Rising” de John Donne, cuando expresa que para los amantes la cama es el mundo: «Ask for those kings whom thou saw'st yesterday, /And thou shalt hear, / "All here in one bed lay."» Por otra parte, está en el centro neurálgico del ser humano el echar raíces en un lugar y el ser posesivo, germen del capitalismo y reflexión o triángulo de las Bermudas para el comunismo.

En cuanto a técnicas favorecedoras de la identificación del espectador con los personajes, el director consigue mediante los primerísimos primeros planos, los planos detalle y el silencio, que nos internemos en la dimensión de los sentidos, dejando de lado el plano racional, para entender mejor a estos personajes que se mueven por sus sentimientos. Así, trata que el público olvide lo ilógico que resulta que un profesor vague por el desierto buscando insectos y escapando de la gran ciudad, y que ella no quiera abandonar su casa mediante la justificación de que su hijo y su marido están enterrados allí y de que siempre ha estado allí. Para la mujer de arena la casa y la vida son la misma cosa.

Asimismo, en varios momentos asistimos a la yuxtaposición de imágenes, una imagen se permeabiliza sobre otra, lo cual además de ser intensamente bello, hace pensar en la relatividad de las costumbres y las culturas, en todos los mundos que hay en el mundo, en la levedad del conocimiento y las creencias, así que todo sea mutable, al igual que la arena va cambiando de lugar, el entomólogo va de Tokio a la casa de arena, la mujer de arena es llevada al exterior y los insectos son cogidos para ser transportados a Tokio.

A su vez, los planos de la arena cayendo son profundamente líricos y nos hacen observarla como si la viésemos por primera vez ¡Y qué deliciosas metáforas! Cuando él trata desaforadamente escapar de la casa trepando por la arena y de repente una avalancha cae sobre él, simbolizándose que debe aceptar su destino de no poder salir de allí. Y también sucede en la escena en que hacen el amor, pues la arena que cae parece la llegada al clímax de los amantes. Así, el juego erótico preeminente se ofrece con la simbiosis entre arena y piel. Ellos están siempre manchándose de la lluvia de arena que cae sobre sus cabezas. Jóvenes y atractivos protagonizan un erotismo pudoroso y suave, pero al mismo tiempo desesperado por las circunstancias. Se quitan la arena el uno al otro, se observa la piel suave llena de arena que nos incita a desear quitarla para liberarlos de esa carga.

De otro lado, la mujer de arena, a pesar de ser feliz en su aislamiento, alberga un gran deseo de tener una radio para conocer qué sucede en el mundo, sin poder prescindir de la necesidad comunicativa inherente a su condición de persona. Pero la radio curiosamente llega a su casa en el mismo instante en el que a ella se le obliga partir al exterior. Entonces tiene lugar una de las escenas más bonitas y dramáticas de la película, cuando tiene lugar el momento mágico en el que suena música clásica en la radio (además no sabemos si es que ella nunca antes había oído música de este género), y parece que la casa le estuviese recordando en la despedida que todo lo bueno que hay en el exterior en realidad lo ve ella en el interior de su casa, y ella parece que pensara: la música de mi vida está en mi casa.

Al final de la película, vemos cómo él empieza ya a habituarse a la vida en esa morada, se siente útil porque ha conseguido mediante su inteligencia construir un mecanismo para tener siempre agua, sin dependencias del exterior. Como vemos, así ya están cubiertas dos de las grandes necesidades del ser: el ser útil y el agua. Pero es que además, en esa casa ya tiene a su mujer y a su hijo y, por tanto, el amor, pilar fundamental para vivir que desarrollaba Maslow en su pirámide de necesidades del ser humano. El coleccionista ya ha echado raíces en aquel lugar, del que se pasa toda la película tratando de huir desesperadamente. Sin duda, la capacidad de adaptación del hombre es admirable.

A modo de conclusión decir que recomiendo muy altamente esta película, ya que en lo que al plano estético se refiere, las imágenes destilan un potencial de belleza extraordinario y sugiere novedades como el empleo reiterado de los primerísimos primeros planos y planos detalle, no muy habituales en el cine europeo o norteamericano. Y, por otro lado, en cuanto a contenido, la alegoría reina todo el filme de forma magistralmente enriquecedora, ya que las imágenes nos hacen viajar a pensamientos que nos sirven como catarsis y para reflexionar sobre nuestra propia vida, dando pie a mejorarla y a deleitarnos.

¿Qué os parece esta película?

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