martes, 24 de septiembre de 2013

El coloquio del Perro y el Cangrejo. Santiago Auserón y Antonio García Villarán. CLUB EXPRESS


el 25 septiembre, 2013 en AlicanteArte y LiteraturaCrónicas
Santiago Auserón y Juan Perro
  • Santiago Auserón y Antonio García Villarán | El coloquio del Perro y el Cangrejo
  • Festival Nosomostanraros IV
  • 21/09/2013 | Alicante
CIPIÓN.- Lo que yo he oído alabar y encarecer es nuestra mucha memoria, el agradecimiento y gran fidelidad nuestra; tanto, que nos suelen pintar por símbolo de la amistad; y así, habrás visto (si has mirado en ello) que en las sepulturas de alabastro, donde suelen estar las figuras de los que allí están enterrados, cuando son marido y mujer, ponen entre los dos, a los pies, una figura de perro, en señal que se guardaron en la vida amistad y fidelidad inviolable.
              (“El coloquio de los perros”, Miguel de Cervantes)

La noche del sábado veintiuno de septiembre en Alicante, Santiago Auserón y Antonio García Villarán laurearon el escenario de Las Cigarreras para ofrecernos el coloquio del Perro y el Cangrejo, el banquete de Platón y el ora la pluma, ora la guitarra. Juan Perro cegó la luz azulada de los focos, con su aspecto esbelto de gran señor del son cubano: el blues brother de la razón o el Corleone del jazz, el Prometeo del anular encadenado, que fue encendiendo pasiones reservoir dog entre la máscara y El ritmo perdido. El vaivén de su hoyuelo de Kirk Douglas narraba la risa a la que le invitaba el Cangrejo Pistolero, quien apareció de entre la negritud con su perfil de adinerado sefardí de la palabra, de hechicero carismático de la tradición poética, conduciendo las nubes al Parnaso de la Caja Negra.

 No hubo paradojas de comediantes. Ambos, sentados en torno a una mesita de bar en el extremo central del escenario, establecieron un diálogo sensual y placentero en el que se dejaban llevar mientras lanzaban poemas y canciones para descubrir verdades y falacias, y los cuales quedaban enmarcados a modo de Decamerón, con anécdotas autobiográficas y ficticias que nos hacían escapar del prosaísmo, como el chiste que Antonio le dedicó a la poesía y que prorrumpió en carcajadas colectivas; en un ambiente de libertad, distendido y cercano, formado por universitarios, amantes del arte, mentes inquietas y viejos amigos de la movida de los ochenta, que han seguido toda la trayectoria de Santiago desde sus andaduras en Radio Futura. Como en todo festín, la sonrisa sostenía el cetro ante el manjar de conceptos y miradas sarcásticas hacia nuestros días; y en el que Auserón se erige como visionario de la contemporaneidad humorística de Alonso Quijano y las comedias de Plauto y Terencio.

Los dos artistas le dieron un empuje dionisiaco a la poesía mientras bebían el néctar homérico: el epicureísmo de la guitarra de sonidos hispánicos y afroamericanos de Juan Perro y el interés de ambos porque la literatura se fusione con la cotidianidad de la gente y las experiencias dans la rue, pervierten el estoicismo de la lírica de institución, a la vez que el pulso calmado de las letras equilibra el desenfreno de la latinidad melódica. Para ellos, la furiosa emoción está en la vida, de modo que la única estrategia para que cada uno de nosotros nos veamos reflejados en el arte y se produzca una catarsis es la presencia de los elementos culturales que verdaderamente forman parte de nuestros días.

Quevedo y Góngora no debían andar muy lejos. El interés por el canallismo y la picaresca afines al Cangrejo Pistolero y a Juan Perro -aunque con claras singularidades propias-, junto a la viva inclinación por las humanidades de ambos, devienen en la escenificación de la palabra con lecturas dramatizadas de fuerte expresividad como forma de comunicarla a un público que quiere divertirse. Al tiempo, la pareja artística se reía del modo en que lo hacen los que son bien amados.

Santiago Auserón y Antonio García Villarán
           Santiago Auserón y Antonio García Villarán

En este recital, la literatura se acerca al concierto musical, siendo lo perfopoético un tipo de vuelta a la rapsodia y a las técnicas nemotécnicas de la oralidad; de modo que hay una búsqueda por la diversificación de las dimensiones de la poesía, presentándose en el púlpito con una combinación de formas declamatorias y persuasivas, por las que se retoman los ademanes de la retórica clásica, pero con enfoques actualizados.

El intelectualismo y la profesionalidad de Santiago Auserón se manifiestan en su selección meticulosa de poemas, que interpretó con una amplia variedad de colores y modulaciones de voz, llegando a alcanzar registros terriblemente graves. Se revela su inquietud por las corrientes literarias con una preocupación por la vida del lenguaje, y que en su anhelo por revitalizarlo, manifiesta su gusto por los términos bellos, los arcaísmos y el rescate de términos que enriquezcan la enunciación. Así, despojándose de sus gafas negras, recitó algunos de sus poemas en los que destaca el refinamiento y barroquismo de su expresión, fruto de su amor por la antigua Grecia y la literatura áurea hispánica, donde intuye una sabiduría perdida.
 Pensador de la negritud en sus canciones, oye los sonidos de la filosofía y nos recuerda cómo de niño soñaba con “mirar de lejos la pobreza”
Entre los poemas que teatralizó, encontramos un manifiesto a la revitalización lírica mediante el “Antipoeta”. También se distinguió su poema a flores del cementerio con el carácter parlante que refiriera Oscar Wilde, que hablan con un coloquialismo colmado de sensibles sutilidades y belleza. Además pronunció unos versos narrativos en los que se deleitaba en los detalles con un léxico delicado, mientras sus manos subían y bajaban en el aire como si tañara un arpa. Por otra parte, y en sincronía con las “Balas perdidas” de Villarán, citó a Homero con algunas líneas líricas del tamaño de haikus. Para presentar algunas de sus canciones, hizo unas descripciones de una perceptibilidad y literariedad extraordinarias. Pensador de la negritud en sus canciones, oye los sonidos de la filosofía y nos recuerda cómo de niño soñaba con “mirar de lejos la pobreza”, con el tono amable de cuento infantil de su tema “El forastero”; mientras observamos el canto del “Mirlo” junto a un “Río negro”.

También quiso imitar los sonidos de la lira en el escenario, para acompañar al polifacético artista Antonio García Villarán, amante de la frescura, de la ironía amable y de la palabra que muerde. Feligrés de las reflexiones que se enmascaran de risas, coronaba su sombrero con una pluma negra, signo de su afán de rebelión y salud poética. Comenzó entonando “Gancho de izquierda” con el puño tensado, mientras destilaba una de sus excepcionales sonrisas. Así, el Cangrejo Pistolero, desde su postura de tronadora elegancia, observa con intensa curiosidad el hampismo impostado de la clase media y la sinergia de las artes para modelar poemas como “Tongo”, donde el romanticismo es resquebrajado tragicómicamente mediante el megáfono, gran símbolo de insurrecciones por antonomasia y elemento de masas, mediante el cual justamente quiere invitar a la reflexión minoritaria, reformulando el qué es poesía del romanticismo tardío de Bécquer.

Santiago Auserón
Santiago Auserón

Además, Antonio García Villarán declamó unos versos cargados de sátira, “Imágenes sexuales de España” -escrito junto a Javier Berger-, con una intención hercúleamente comunicativa, contando asuntos serios que provocan risas fulminantes a cada paso, como fue el caso de las “Balas perdidas”, entre las que Auserón compenetró la guitarra con variedad de ritmos de jazz y blues; o la carga erótica e irrisoria de “Sexo contra una lechuga de 0’99”. En una fiesta tan animalesca, Antonio recitó su poema “Esos malditos escarabajos”, para el que utilizó una grabadora de cintas de cassette, mediante la que recordó el tema de los  Beatles “All you need is love”, que bailó Santiago colmado de carisma. Asimismo, el Cangrejo Pistolero le dedicó unas palabras inéditas, cargadas de admiración y exaltación lírica en las que hablaba de Juan Perro.
 
Al final de la noche, los cuervos de Poe sobrevolaron la habitación de tabaco, ya que estas dos deidades de la animalidad revivieron el rubor de Annabel Lee de Radio Futura, entonándolo a coro y tras las ovaciones de los espectadores que al unísono reproducían un compás primitivo que reclamaba su vuelta al escenario, debido al eminente enamoramiento colectivo que tuvo lugar esa noche en el Festival Nosomostanraros IV de Alicante. Ojalá todo aquello suceda, por lo menos, en mil y un días más.
Texto: Claudia Ruiz Cívico
Fotos: Isa Mezquita
Fuente: EL CLUB EXPRESS

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