martes, 24 de septiembre de 2013

Besos de película: El hombre tranquilo




El Hombre Tranquilo (The Quiet Man, John Ford, 1952)

Cuando estaba ante este beso, mi mente no dudó en afirmar que estaba ante un auténtico (y típico, sin connocationes negativas) “Beso de película”. Hay que decir que antes de este beso, en el minuto treinta hay sin duda otra gran beso de película, pero puestos a elegir, me quedo con el segundo beso, porque aquel fue robado, ella no consentía, así que le pegó una de esas buenas que dejan la cara estupenda. Hombre tranquilo, ¡y tanto! El pobre tiene que esperar, y esperar, y esperar… nada más y nada menos que 69 minutos (la película dura 129) para poder darle un beso a la preciosa Mary Kate, esta vez muy de acuerdo. En esta escena, los enamorados despertaron del más que aletargado y antinatura preliminar amoroso impuesto por los ojos sospechosos del pueblo que custodiaba a la pelirroja y también, por la pelirroja. El día está soleado, ella empieza a correr y él corre detrás de ella, signo de que han decidido alejarse por fin de las costumbres populares. De pronto, el cielo se ha oscurecido casi por arte de magia y ellos están contentos, cogidos de la mano, con rostros de enamorados. Sin embargo, ella sigue sin querer beso (sí, claro). El lugar, ni que decir tiene, perfecto para la ocasión romántica: tumbas, arquitectura de cementerio irlandés, muy repentinamente una tempestad, un árbol que se mueve violentamente y, por si fuera poco, ¡empieza a llover! ¿No es perfecto? La pareja no tiene lugar donde guarecerse de la tormenta, y mientras escuchan los truenos, él le pone la chaqueta sobre sus hombros, ella asustada busca refugio en su pecho, lo palpa, sus ojos se encuentran, violines, sus cuerpos se mojan, y claro, se transparenta la piel de Sean Thornton y los tejidos se adhieren a sus figuras, resaltando la hombría innegable de él y la voluptuosidad de ella, que diría Sade. Para ese momento, ya se han dado cuenta de que ahí o se dan el beso de película, o ya no tendrán otra ocasión. Sin duda, un clásico.


Sitio web: Claudia y el cine

No hay comentarios:

Publicar un comentario