lunes, 25 de febrero de 2013

ARCO 2013, el espejo opaco (1/3). El Club Express

25 febrero, 2013
ARCO 2013 (I)
SERIE ARCOMadrid 2013 | 05
Una visita a ARCO 2013 da para mucho, reflexiones sobre la propia feria, sobre el arte y el mundo en el que vivimos. Aquí tenéis la primera parte de un interesante análisis realizado por nuestros colaboradores Claudia Ruiz Cívico y Antonio García Villarán.
Texto: Claudia Ruiz Cívico y Antonio García Villarán

¿Dónde está el entusiasmo que llevó a Wagner a la creación del drama musical? ¿Qué fue de los pedestales? ¿En qué lugar la diligencia sostiene el cetro? ¿Dónde las antiguas ánforas colmadas de esperanza en el futuro? ¿Dónde las pasiones incontroladas de Juana la Loca? ¿En qué callejón perdido mora cabizbajo el superhombre? ¿Quién lo entregará todo por una causa en estos tiempos? La situación contemporánea era magistralmente expresada por el poeta alemán Hölderlin en Hiperión: «¡Ah, pobres de vosotros los que sentís todo esto, los que tampoco gustáis de hablar del destino humano, los que os sentís también cada vez más atrapados por la nada que reina sobre nosotros, fundamentalmente convencidos de que nacemos para nada, de que amamos una nada, creemos en nada, nos esforzamos por nada, para hundimos poco a poco en la nada…! ¿Qué puedo hacer si os flaquean las rodillas cuando pensáis seriamente en ello?»

El arte postmoderno es creado a imagen y semejanza de nuestro tiempo, e igual que Narciso, nuestro arte queda cegado ante la visión de su propio reflejo, en la novedad por la novedad. Se observa que el deseo de innovar se asoma tímido ante la mirada de los espectadores. Sigue apareciendo una retórica de ruptura con los cánones clásicos anteriores a la modernidad, en una búsqueda continua por la creación de nuevos mundos, pero sin la motivación primera que caracterizara las vanguardias. Las vanguardias ya no son las heroínas que vinieron a salvarnos de la tradición, dejando al espectador perplejo. Sin embargo, el arte postmoderno continuador de este legado parece afirmar la necesidad de seguir rompiendo con los convencionalismos, de gozar de lo permanentemente nuevo, mediante la estética de la creatividad, de lo inédito, del furor experimental, de la desvaloración de lo instituido, de la liberación de la imaginación, de lo insólito, de lo no concretado e inacabado, buscando sin treguas inventar nuevos caminos, así como ahondando en los fundamentos originarios del arte.

En una sociedad confusa donde prima la cultura del todo vale, lo que antaño era considerado Arte, hoy se difumina. Todo ello es lo que nos hemos encontrado en ARCOmadrid, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo organizada por Ifema que cuenta ya con 32 años de vida y que es la de más prestigio social en el ámbito español. Ante sus 133 galerías extranjeras y en total 201 galerías de 27 países, más de 2.000 artistas se dan cita en Madrid. Esta Feria es visitada cada año por diferentes grupos de personas con criterios desiguales, siendo así que lo que para unos es una obra de arte sin precedentes, para otros puede ser un objeto sin valor aparente, creándose una atmósfera de predominante estupefacción entre los contempladores de las dispares propuestas. Por otra parte, no vamos a considerar el valor económico de las obras, ya que sería adentrarnos en una cuestión independiente a la experiencia estética y sensitiva del arte, y sí vamos a dejarnos llevar por las sensaciones que experimentamos al contemplar esta colosal muestra de obras contemporáneas dispuestas en dos pabellones de Ifema. Así, nuestro compromiso será el de comunicar las ideas y sensaciones experimentadas al recorrer las galerías, nacidas de nuestra disposición hacia que las obras nos hablaran, nos tocaran, nos susurraran. Con los cinco sentidos puestos en la muestra, nos adentramos como auténticos exploradores en una selva frondosa llena de objetos y guardianes de los mismos.

EL INDIVIDUO FRÁGIL

Es reseñable destacar que en términos generales las imágenes que se muestran en las distintas galerías son, o bien obras de artistas consagrados, como es el caso de Picasso, Dalí, Man Ray, Saura, Calder, los pintores abstractos José Guerrero, Tapies, Feito, Luis Gordillo, o bien obras inspiradas en las primeras vanguardias del siglo XX. Por ejemplo, vemos cómo se repiten las fotografías y los cuadros de personas con la cara tapada por un ramo de flores, por un cuadro del revés o por una mancha de pintura. Esta pérdida de la identidad a la que se alude es una revisión del cuadro de René Magritte “La grande guerre”, donde podemos observar a una mujer elegantemente vestida de blanco, con un sombrero, una sombrilla y un ramo de flores lilas que le tapa el rostro.

Así, se trata de un arte donde abunda la representación del ser humano en soledad, preocupado cada vez más en amarse a sí mismo y realizarse como sujeto mediante la expresión de su personalidad y de sus singularidades subjetivas, huyendo del anonimato. El expresarse, el revelar las propias motivaciones y emociones, el sentimiento íntimo, aunque solo le interese al propio emisor. De ahí que sea un arte lúdico y fantasioso, porque lo que trata el sujeto es de disfrutar. De este modo, cobra plena vigencia tanto el hecho de que el creador es el principal receptor de su obra, como la estética de la recepción, por la cual se hace eco la creencia de que el Arte no lo hacen los artistas, sino los observadores. Aunque el creador de un objeto artístico tenga la intención, es el espectador el que otorga en última instancia esta cualidad al objeto creado con intención estética.

Asimismo, en sintonía con la importancia del individualismo, aparecen los compromisos con las minorías, en un deseo de que todos tengan voz y puedan revelar su yo más íntimo. Todo va encaminado a que el individuo tienda a erradicar cualquier forma de dolor y goce cuanto más pueda mejor, aunque solo le valga temporalmente, presenciándose así la ausencia de sentimentalidad en las obras. Hay un desapego emocional por la inestabilidad de las relaciones personales, donde cada vez más se produce una ausencia de compromiso profundo. El ser humano postmoderno, caracterizado por la vulnerabilidad, tiende a vivir solo, a protegerse. Es un individuo frágil que conmovido por la idea del sufrimiento convierte cualquier cosa en un problema, de modo que el simple hecho de vivir le suponga a veces un profundo estado de ansiedad. Tiene miedo a la decepción y a las pasiones descontroladas. De ahí también la presencia de obras que llaman a la liberación sexual, las cuales tienen también la función de levantar barreras contra las emociones, dejando de lado intensidades afectivas. Lo cual conlleva una ruptura con lo social, una extrañeza del otro, incapaces de sentirnos identificados en un mundo que aunque globalizado, las diferencias individuales van in crescendo.

Fuente: CLUB EXPRESS

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